Los efectos que el alcohol produce en el cuerpo son innegables, es un estimulante del apetito, tranquilizante, sedativo y produce sensaciones positivas como la desinhibición. Estas sensaciones se producen por un consumo moderado, es decir,  dos copas. En el momento en que estos límites se traspasan, el individuo consigue liberarse de sus miedos y de la timidez, incrementando su autoestima. Por el contrario, si estos límites se traspasan puede dificultar las relaciones interpersonales.

El exceso de alcohol produce en los varones una interrupción de la erección al inhibir el buen funcionamiento del sistema nervioso central, por lo que directamente se disminuye la excitación y la respuesta sexual a la estimulación. 

“El alcohol retarda, distorsiona y enlentece la percepción y respuesta de nuestros sentidos como reflejos, visión, audición o respuesta sexual, ya que deprime el funcionamiento del sistema nervioso central.” explica José Benítez, director médico de Boston Medical Group. “Esto sucede tanto en el bebedor ocasional, como en el habitual, ya que es consecuencia directa de una ingesta excesiva de alcohol, con la diferencia de que en los pacientes alcohólicos estos trastornos se van convirtiendo en crónicos y en ocasiones de carácter irreversible”.

Esta interrupción en la erección puede representar un fracaso para el hombre, con el peligro de que comience a desarrollar sentimientos de ansiedad que dificultan la respuesta de excitación sexual en el siguiente encuentro. El problema se agrava si se establece un círculo vicioso que lleve al desarrollo permanente de impotencia en el varón, porque incrementa su preocupación por saber si tendrá o no una erección adecuada que finalmente tenga que ser tratada por un especialista.